16.10.11

Rock the Casbah en Ermeil

Llegamos, cansados, de Baalbek. A la vuelta intentamos ver Ksara, una bodega. El vino fenicio fue mítico en la antigüedad, pero ha quedado reducido a casi nada. No lo logramos. El horario es europeo y aquí cierra todo pronto. Beirut es quizá la ciudad con más ambiente nocturno de la región. Una ducha y a pasear la ciudad. Una ciudad que sigue divida con aquella línea verde de la guerra. Aquella línea con la que la gente de mi generación empezó a conocer esta parte del mundo: A un lado, el legendario Beirut oeste, el Beirut sartaldea de Kortatu. Hamra. El terror musulmán. El oriente. Al este, la Falange. El terror cristiano. Paseando por el barrio, al final entramos a cenar en Couqley, un elegante restaurante francés ubicado en Beirut este. El Líbano existe por Francia, igual que Portugal existe por Inglaterra. El sueño cruzado de asegurar un lugar para los cristianos cerca de tierra santa. La élite es francófona, y esto genera problemas a la hora de normalizar la convivencia, porque la élite musulmana, para marcar distancias, es angloparlante. Su único idioma común es el árabe, lo que genera diglosia, a lo que se suma el que el árabe sea un idioma complejo: no se habla como se escribe y la unidad de la lengua está perdida. Alguien lo comenta con pena y yo no puedo dejar de pensar que me da igual. Las lenguas son herramientas que evolucionan: nosotros también hablamos un latín corrupto y no ha pasado nada por ello. No le debemos nada a la lengua en la que hablamos, como no le debemos nada al aire que respiramos. Couqley es un restaurante recoleto y tranquilo ubicado en Gemmayze. Probamos al final vino local. Poca cosa. Al acabar, nos vamos a tomar una copa a una terraza, sin salir de Ermeil. Todo un golpe de Estado, mirando la autopista e intuyendo al fondo el mar. No suena el Rock The Casbah de los Clash pero el ambiente lo pide a gritos. Poco a poco, se nos va la hora entre gintonics mientras hacemos los planes para mañana domingo. El pegajoso calor de las ciudades del mediterráneo.

Yo siempre fui un hombre de tierra adentro.

PS: “Al contemplarlo desde la perspectiva del siglo XXI, vemos el judaísmo como la religión más conservadora. Pero en sus orígenes fue la más revolucionaria. El monoteísmo ético inició el proceso en virtud del cual se llegó a la destrucción de la cosmovisión de la Antigüedad”.
Johnson, Paul: La historia de los judíos. Vergara, Barcelona, 2004. Página 56.

1 comentario:

miguel dijo...

Señor viajero,siga usted contando sus viajes, son interesantes e instructivos.