El
libro de Sebastian. Estamos en 1934. El mundo se precipita
hacia el abismo. También Rumanía. Ellos, que pensaban que eran la generación de
postguerra, no iban a tardar en aprender que en realidad eran la generación de
entreguerras. El mundo había pasado a la acción. No había lugar para las
palabras. ¿Para qué respetar al otro? La vida como totalidad. Todo el mundo se
iba dejando caer a los extremos, sólo unos pocos, Madariaga en España, por
ejemplo, decidieron atarse al mástil de la lucidez para no iniciar un viaje aSiracusa. Un Cioran cercano al fascismo,
que habla por boca de Parlea, le dice al autor, y nos dice en realidad a la
gente como nosotros: “Eres un hombre peligroso. […] Demasiado lúcido para
nosotros. Lo que necesitamos es una generación de hombres que estén hartos de
ser inteligentes. Un puñado de hombres capaces de meter la pata”.
Al
final, los encontraron.
Dejaron
por el camino más de veinte millones de muertos.
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