La Sinagoga vacía es un libro complejo. Como cualquier obra que gire sobre el pensamiento Espinosa, aquel que levantó tanto temor y tanto odio como nadie en su siglo. Inabarcable. He podido con él gracias a la escritura sugerente de Albiac. Algunas ideas fascinantes. La radical anomalía que supone Espinosa, un hombre sobre el que no caerá el olvido que sí atrapará a Uriel da Costa y a Juan de Prado. Asegura Albiac en la página 13: "Espinosa es de
otra raza. Deleatur! Durante siglos,
ininterrumpidamente, su sombra se cernirá sobre el horizonte de quienes han
tratado de prolongar en la modernidad esa práctica perversa de la palabra
escrita a la cual Platón llamará -y aún hoy irremediablemente llamamos-
filosofía. Nosotros, espinosianos."
Un hombre del que venimos. Nuestro tiempo es el suyo. Nuestros problemas, los de él. Continúa el maestro: "Espinosa somos,
al fin, nosotros, pues no otro es nuestro universo de fantasmas que aquel que,
en el desastre final del barroco, configura el tiempo que llamamos nuestro,
bajo la vocación de su nombre. No hay, finalmente, -Hegel dixit- más que dos
opciones: o o Espinosa o nicht-
philosophie, no- filosofía"
Es lo que hay...
Es lo que hay...
1 comentario:
Hermanu, supe de este libro por vos. Me ha costado leerlo tanto como a ti: 30 pavos, y ha merecido la pena, por supuesto, todo un reto para los que vamos de preguntones por la vida, me hubiera gustado conocerlo para preguntarle, así, sin complejos: Baruc, tu has follado alguna vez?. Respuesta, ese es mi infierno. Ya ve usted qué sencillo, señor Mostaza.
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