26.11.21

Lluvias y melancolías (es noviembre)

Se me van las emociones cuando en un libro o en la pantalla se aborda la relación entre padre e hijo. O cuando se habla de infancias lejanas. Estoy sensible. Dejé, con el andurlino, de ser adolescente. Pensaba también en este párrafo hermoso de la Lluvia amarilla, esa sensación con la que tantos crecimos: "Recuerdo que, de niño, escuchaba a mi padre historias y sucesos de otro tiempo, veía a mis abuelos y a los viejos del pueblo sentados junto al fuego y el pensamiento de que ellos ya existían cuando yo ni siquiera había nacido me llenaba de angustia y me dolía. Entonces, sin que nadie lo supiera —sentado en el escaño, en un rincón, seguramente ni siquiera me veían-, escuchaba hasta dormirme sus relatos y adoptaba sus recuerdos como míos. Imaginaba los lugares y personas de que hablaban, les otorgaba los rostros que creía habrían tenido y, al igual que se dibuja y se da forma a la imagen de un deseo o un pensamiento, construía de ese modo mi memoria con las suyas"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leyendo la entrada me recordó la película En el nombre del padre. Esa escena cuando en la cárcel Gerry recrimina a su padre Giuseppe y se autoagrede... Buf