22.1.06

A vueltas con la nación (I)

La nación es una construcción simbólica reciente, originada a partir, aproxiamadamente, de la Revolución Francesa. La soberanía ya no está en el rey sino en un sujeto que se reclama depositario de ella. Son los Estados los que primero construyeron naciones, y no al revés, como una forma de dotarse de legitimidad. En España, este proceso no llegó a completarse bien, al menos para el gusto de los nacionalistas españoles, al menos por dos motivos:
  • En primer lugar, por la extrema pobreza de la maquinaria estatal. El Estado, pese a sus intentos de racionalización, no pudo llegar a todo el territorio desde los años treinta o cuarenta del siglo XIX. Esto es muy importante, la escuela se dejó en manos de los ayuntamientos (sin recursos tras la desamortización) y de la iglesia.
  • Por eso, el uso de la escuela como elemento nacionalizador, como pasó en la Francia de la III República aquí fracaso. Mientras que en el Rosellón o en el Hendaya los maestros repúblicanos socializaban en el amor a la República, en Gerona o en Hernani la escuela era llevada, las más de las veces, por la Iglesia, a la que lo que interesaba era hacer católicos y no españoles. Por eso el vasco y el catalán no llegaron a desaparecer como prácticamente pasó en Franca. La iglesia hablaba en el idioma que los campesinos entendían (lo que además servía como freno al liberalismo, ya que no había muchos libros de temática no religiosa en vasco o en catalán).

  • En segundo lugar, porque cuando estos Estados están acabando de cuajar como naciones, España entra en una fase de descrédito, interno (el pesimismo del 98) y externo. Es el país enfermo de Europa, junto a Turquía. Durante la segunda mitad del siglo XIX España es un Estado prescindible para el resto de Europa en la escena internacional. Todo ello finaliza simbólicamente en 1898. Esto va a hacer que una parte de las élites se consideren no españolas y se inventen una nación. Es cuando la moreneta se convierte en patrona de Cataluña, es cuando se inventa no sólo la bandera vasca, sino incluso el patronímico.
Creo que ambos asertos son evidentes. El nacionalismo catalán no surge como una reacción al nacionalismo español, sino precisamente para llenar el hueco que éste dejó. Lo mismo ocurre con el caso vasco. Las cosas pudieron haber sido de otra manera, pero fueron como fueron. En fin, por mucho que lo intenten, la diferencia entre una región y una nación es que aquella no reclama la soberanía para sí misma, y la nación sí.

6 comentarios:

Pedro dijo...

Curioso que un liberal ponga como ejemplo la escuela jacobina francesa, aquella en que se pegaba a la gente por hablar un idioma que no fuera el francés. Vaya, como la escuela franquista. Las consecuencias las estamos viendo en Francia estos días.

Anónimo dijo...

Hombre, lo que dice el autor no es que el mejor ejemplo de política bien llevada sea Francia, sino que la idea de Estado-Nación surje del pensamiento jacobino.

Anónimo dijo...

¿Te suena la Reniaxença?

Anónimo dijo...

Renaixença quiero dercir.

Pedro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Renaixença quiero decir.