10.6.09

Roma, espectacular.

Acabamos de ver la serie Roma. Cayó como regalo en mi cumple y, desde entonces, la hemos ido alternando con Expediente X (esta la empezamos en año nuevo y vamos ya por la cuarta temporada). Como el prime time empieza cada vez más tarde, Jimena y yo nos hemos autodeterminado en casa y ya no vemos la tele a partir de las 21.30. Nos ponemos el capítulo de la serie que toca y así mandamos nosotros, y no el programador, sobre nuestro ocio.

La serie es magnífica. Hace mucho que no veía una tan buena. Cada poco me venían los recuerdos del libro de Holland sobre el final de la República en Roma. Ahora, por fin, le pongo cara a César, el grande; a Pompeyo, el Magno, a Bruto y a su lealtad a la República, a Cicerón y sus filípicas, al decadente e impulsivo Marco Antonio, al frío y calculador Octavio Augusto, a Cleopatra, la última ptolomea. A Agripa. A Octavia… Es difícil, creo, plasmar mejor el final de una época sin caer en la lógica del peplum del Hollywood dorado. Aquí se ve la moral romana como era: su visión de la vida, del destino, del sexo, del poder, de la política. Cuánta razón tenía, por cierto, Cotarelo en sus clases: somos Nueva Roma, dos mil años después, pero Nueva Roma al fin y al cabo.

Quedan en mi memoria, además, aquellos dos legionarios llamados Tito Pullo y Lucius Vorenus, auténticos protagonistas de la serie y que ya forman una de las mejores parejas que he visto en una serie de televisión.

Una serie magnífica. Por favor, si no la vieron, cómprenla y disfrútenla. No se arrepentirán.

PS: "El inmovilismo político es imposible; es preciso avanzar con la inteligencia humana. Respetemos la majestad del tiempo: contemplemos con veneración los siglos pasados; no obstante, tratemos de no retrotraernos hasta ellos, porque no tienen nada de nuestra naturaleza real, y si pretendiéramos atraparlos, se desvanecerían".

Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros I-XII). Tomo I. Página 318.


PD: De camino a casa.

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