15.6.09

Atareado por Sanabria

Algún día, tal vez, escribiré “vine a Sanabria porque me dijeron que acá vivía mi padre”. Esta vez vine por motivos más básicos: respirar el mes de junio en mi tierra. Cada vez que salgo de casa me doy cuenta de que, aquí, tengo varias parroquias que atender. Ahí está la Puebla. La Costanilla está toda levantada, con cargo al desastroso plan e. Desayuno en el España, con mi cuñado y su familia. Echamos la quiniela. Es ya una tradición. Mi cuñado y el España son siempre igual a quiniela. Compro la prensa a Boyano y me acerco a Vaquero realizar algunas compras. Me corto el pelo y me arreglo la barba. Es una delicia hacerlo aquí, sin prisa. Unos vinos con Paco, que ya se ha quitado, para nuestra desgracia y su suerte, la Estación como punto de encuentro. Me marcho al Mercado. Es cierto que no puede rivalizar con la Puebla en cuanto a belleza ni en cuanto a historia. Pero el Mercado está en mi corazón. Fueron muchos años, muchos, bajando por la mañana y volviendo por la noche a casa. -Este pueblo lo fundó una gente de raza húngara-, me contaba mi abuela, recelosa, hace años -no te fíes de ellos-. Pueblo de comerciantes, aquí está casi la mitad de mi memoria sanabresa. Un décimo, también como siempre. Una visita a la Caja. Ahí está Diana, con su niña. También está Eloy; siempre está Eloy. Me acerco a donde Iñaqui. Allí unos vinos con Josemaría. Vuelvo a la villa a esperar a Hornuez y señora, invitados de gala. Almorzamos en la Posada de las Misas. En los restaurantes de Somoza siempre me falla la carta de vinos, eso también es ya un clásico. La tarde se nos va dando un repaso al castillo y estrenando La Casa del Parque, en Rabanillo. Unos vinos en Don Alvaro al final de la tarde, saludo al alcalde y conexión vía wifi a internet. A la noche, cena en Ses Aigües Portadas, como en casa, y un digestivo para poner fin al día.

Y luego me pregunta mi padre que cómo es posible que, yendo solo a Sanabria, no me de tiempo a cortar el césped.

Si yo le contara...


PS: […] la idea de que la belleza rural está en relación directa con su autenticidad. “Es muy auténtico”, empezaron a decir sus amigas en los setenta, cuando salían al campo con sus guitarras y su falda pantalón. Algo de razón tenían. Se le exige a un glaciar que sea auténtico. A un archipiélago en medio del Pacífico. A un volcán. A un hayedo de Castilla. Y también a un campo cultivado, es indiscutible. La verdad de un campo cultivado es que se coma. O sea, que forme parte de una red de intercambio entre los hombres y de un modo de vida real. De lo contrario es un jardín o un parque. Espada, Arcadi: Ebro/Orbe. Tentadero, Barcelona, 2007. Página 157.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Perdiu, explique usted el secreto de poder hacer tantas cosas en un día, yo me lo se...
Efectivamente amigo, no llevar a tu muejr, novia pareja o lo que sea. Te evitas el: ¿y aqui que vamos a hacer? ¡ya sabes que no em gusta el vino! ¿donde vas con la moto si ya estoy arreglada ((2 horas antes de sali definitivamente))? aqui hay mucho humo! no leas el periódico mientras estas conmigo! no quiero volver tarde! No bebas que mañana no estas bien! ¿vas a ir sin la camisa planchada? tenemos que volver pronto a madrid, por que quieres pasear solo?
En fin, Pilarin
Refrán de la sabiduría castellana: El buey suelto bien se lame.
Por cierto amigo de Canigó, no te parezcas a Rovira:
Es diu ses aigues anades, per que els aigues no es porten, s'en van

Hornuez dijo...

Exagera, Joao.