16.6.09

El Imperio

Sigo con mi ciclo ruso. Vuelvo a Kapuscinski. Vuelvo por Edurne, la verdad. La lectura de Un día más con vida, y los consejos de Joxete en relación a los viajes con herodoto me habían retraído. Cuando uno ha escrito Ébano, puede que ya esté todo dicho, y quizá no sea posible ir más lejos. Ya digo que desde Alcobendas me recomendaron vivamente El Imperio. Ahí fui. Es bueno y, aunque no es Ébano, mantiene bien el pulso.

Tres viajes por el Imperio.

Sus primeros encuentros con el imperio. La invasión soviética de Polonia siguiendo lo acordado con la Alemania nazi.

Luego un segundo viaje: el transiberiano y el Caúcaso allá por los años sesenta. Aquella Europa. Porque Europa es un concepto cultural y no geográfico. Armenia, primer país del mundo que confirió estatus oficial al cristianismo, nada menos que en el año 301 con Tiridat III. Armenia, un país volcado en su alfabeto, un país rodeado, condenado a una existencia gris, como tantos otros, bajo la bota soviética. Azerbaiyán, la entrada al Asia central, el país del fuego ya desde la antigüedad, Bakú, la ciudad del petróleo. La tragedia ambiental que ya se conocía en los sesenta en el Turquestán, el Uzboy y su tragedia. El horror del algodón y la mayor tragedia ambiental de la historia.

Finalmente, otro nuevo viaje, cuando el Imperio se está desmoronando. Y se cae por su enorme corrupción, por el poder de las mafias y porque nada funciona. Las mafias no las trajo el sistema capitalista, como nos quieren hacer creer los lanas; ya estaban cómodamente instaladas en la realidad soviética, alcanzando su apogeo con Breznev. Un viaje, cuando todo acabó, a Vorkutá. Un viaje a Kolymá. La memoria: el nombramiento de Berzín como director del Dalstroy, el holding creado por el Comité Central en 1931 para explotar, con mano de obra esclava, los recursos de oro y plata presentes en Kolymá. El golfo de Nogáiev, puerta de entrada al infierno, de donde no volvieron más de tres millones de seres humanos. El holodomor. La terrorífica ley de la espiga, del verano de 1932. La gente comiéndose a sus hijos, mientras el Estado soviético exportaba trigo.

Tres viajes, en fin, para describirnos una sociedad pobre y gris, que tardará muchos años en recuperarse de la anomia que supusieron setenta años de dictadura comunista. Un libro, en fin, recomendable.

PS: El tono de la campaña electoral [de 1933] de los socialistas fue decididamente revolucionario. Largo Caballero, su principal dirigente, fue saludado en numerosos mítines como "el Lenin español" y su oratoria parecía indicar que en efecto estaba dispuesto a promover una revolución análoga a la bolchevique. "Si la legalidad no nos sirve, iremos a la conquista revolucionaria del poder" afirmó en un mitin. En otro propugnó que la bandera tricolor de la "República burguesa" fuera sustituida por la bandera roja de la revolución. Y en un tercero sostuvo que se estaba "en plena guerra civil", aunque ésta todavía no había tomado "por fortuna o por desgracia" los caracteres cruentos que "inexorablemente" tendría que tomar.

Avilés Farré, Juan: La izquierda burguesa y la tragedia de la IIª República. Servicio de Documentación y Publicaciones de la Comunidad de Madrid, Madrid, 2006. Página 293

No hay comentarios: