21.10.11

Tardes de cena y tópicos en Beirut

Lo local y lo global. Almorzamos comida árabe y cruzamos la calle para tomar un café en un Starbucks. Hay que reponer fuerzas. La roca de las palomas es hermosa. Una solitaria bandera libanesa ondea en lo alto, como si la roca, solitaria, hostil, fuera de alguien más allá de ser del mar. Volvemos al centro. Hace calor. Mucho calor. Un paseo por Saifi, la zona de compras de moda en Beirut, obra también de Solidere. Algo así como las Rozas village pero con más glamour. Se nos va la tarde y acabamos yendo a cenar a un bar español. Cosas que pasan. Lo vimos cuando abría y le prometimos a Paul, el dueño, que pasaríamos. Estuvo años viviendo en Barcelona, y ahora ha vuelto a su casa. Cenamos con parte de la colonia española aquí. Los grandes relatos: amor, traiciones, deseos, son universales y acompañan al hombre desde que un simio descubrió que el dedo prensil le permitía fabricar armas. Buenas tapas y a un precio razonable. Vino de Antonio Banderas, para seguir con los tópicos. Varios digestivos en el Electro Mecanique, servidos por un chiita que seguro que ha bailado alguna vez el Rock the Casbah de los Clash, nos hacen pasar por las fases clásicas de exaltación de la amistad, cantos regionales y ataques al clero. Sin salir de Gemmayzeh, nos vamos a Name this bar. Tras otro digestivo, y antes de que sea demasiado tarde nos vamos a dormir. Mañana nos espera el sur.

PS: Demuestra poseer la vulgaridad de esos turistas que desearían lugares incontaminados y creen que sólo los demás los contaminan. Kyselak se considera que es el único con sentimientos nobles, capaz de apreciar lo auténtico. Los demás son “semihombres”, masa estúpida y fea, de la que no sospecha que forma parte.

Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 143

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinceramente,estoy un poco cansado de la retorica viajero/turista,sera por eso que odia viajar.
Hasta otra.

Anónimo dijo...

Que "odio",queria poner