20.2.12

Una lectura de interés (y II)

El artículo de Regoyos. A los españoles, su contenido nos resulta familiar, porque llevamos décadas conviviendo con la amenaza de las identidades. El nacionalismo es un espejo que refleja siempre la misma imagen. El mismo fantasma. Siempre la misma rutina. Si aquí tienen la korrika, allí cada primer domingo de septiembre tienen otra marcha fascista, en bici esta vez: De Gordel. La misma imagen: un pueblo en movimiento que no se detendrá hasta alcanzar la cima de la colina. Si allí no se habla francés por defecto, en Sóller al tran le dijeron que era de mala educación hablar castellano, y que su hija, a partir de ese momento, era la Joana, y no Juana. Siempre es lo mismo. El artículo detalla de qué manera uno va perdiendo su libertad sin darse ni cuenta: por ejemplo, la privación del derecho de voto en función de la lengua que uno hable. El horror de la periferia de Bruselas, la prohibición de vivir doonde uno quiera. La memoria negra de las afrentas de otro siglo. Levanta uno la vista y se encuentra con la gentuza de la Alianza Libre Europea y sus mapas étnicos de Europa. Mapas sacados del III Reich, no se los pierdan, pinchando aquí. La idea de una Europa de sangre. El horror que sigue viviendo entre nosotros.

Hay algo aterrador en lo que está pasando en Bélgica. No por las muertes o la violencia extrema, que no existe, sino por esa manera de asumir pérdidas de libertad individual a diario en nombre de la patria. Asumir la condición de corderos por encima de la de ciudadanos. Poco a poco, sin que uno casi se de cuenta.

Y es la capital de Europa. ¿Hacia dónde queremos caminar con esos ejemplos?


PS: “La forma de presión más importante por su carácter metódico y estudiado son las normativas que afectan al sector de la vivienda. El caso apareció en La Libre Belgique el 3 de junio del 2010. Una diplomática que trabaja para una Embajada de un Estado miembro de la Unión Europea contaba cómo Flandes le impedía comprar una casa en la comuna de Tervuren para la que ya había dado como señal 5.000€. Se lo impedía el decreto Wonen in eigen streek (“Vivir en su propia región”), según el cual para comprar hay que demostrar que has vivido durante seis años en la localidad o que trabajabas allí” [...]

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