Me
hablaron de Dos más dos, una película argentina de distribución incierta
en España. Una comedia amable y con un tono agridulce sobre el intercambio de parejas, ese lado oscuro que tiene el deseo y
que habita dentro de todos y cada uno de nosotros. Dos parejas de amigos, en la
treintena, y un secreto por compartir. Acaba la película, que no le voy a
destrozar y que tiene unos deliciosos toques de humor (el sexo es
extremadamente hermoso cuando se trata con delicadeza) y apuro la copa de Toro
pensando que quizá el problema es que las fantasías no desaparecen cuando se
llevan a cabo. O quizá la cosa es más sencilla de lo que pensamos y el
problema, como le leí una vez a Martín Garzo, reside en que nuestro cuerpo no es
realidad nuestro, sino que pertenece a aquel que, con su deseo, es capaz de
hacerlo despertar. Y de mantenerlo vivo. Por eso el onanismo, en el fondo, no
es más que la constatación de un fracaso.
Satisfactorio, claro, pero fracaso.
PS: Claudio Rodríguez escribió: "Así el deseo. Como el alba, clara / desde la cima y cuando se detiene / tocando con sus luces lo concreto[...]"
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