No tengo nada contra las franquicias, ¿Cómo lo voy a tener?, pero a mí tampoco me gusta ver la Gran vía llena de franquicias. Y también odio las mesas altas, así que con Andrés Sánchez Magro a muerte en esto que le contaba a Emilia el otro día.
El bar como lo entendemos en España es un producto cultural, y como tal hay que entenderlo. Y defenderlo, claro.
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