Hay también una Bulgaria vacía. Fascinando con la entrevista a Eminé Sadk, y sus descripción de esos lugares mágicos como la mi tierra: «Este lugar tiene sus propias reglas, no usa el reloj del mundo contemporáneo. Alberga muchas maneras de ver la vida y también ha visto irse a muchas personas que nunca regresaron. Para mí, fue muy importante el regreso a la casa de mis padres durante la pandemia».
Esa capacidad para narrar cómo viven «aquellos que tienen dos culturas pero viven principalmente en una». «Son gente de fronteras, pero el mundo siempre ha sido así, o al menos así ha sido para mí. Es interesante cómo los regímenes totalitarios pueden de alguna manera disolver la identidad y convertirte, por ejemplo, en una buena comunista»
Una autora que hubiera disfrutado el gran Lauru Anta.
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