Es inagotable el libro de Mario Calabresi. Otra reflexión sobre una víctima del terrorismo de extrema
izquierda en aquellos años, Mariella Magi Dionisi, que tenía 22 años cuando su
marido, Fausto, de 23 fue asesinado: “Hay cosas intolerables […] de los
antiguos terroristas yo me esperaría el silencio, la capacidad de mantenerse
algo al margen, al menos para no reabrir continuamente las heridas. Porque lo
cierto es que los condenados a “cadena perpetua” hemos sido nosotros. Ellos
tienen una segunda oportunidad en la vida, mientras que nosotros, y aquellos a
quienes mataron, esta posibilidad les fue arrebata por completo. Yo era una
cría y me robaron la vida”.
Marco Alessandrini, hijo de
Emilio, que fue asesinado de ocho tiros en enero de 1979, tras dejar a su hijo
en el colegio. Tras muchos años de silencio reflexiona: “hoy sufrimos esta
peculiaridad italiana que nos deja consternados: los antiguos terroristas que
se convierten en gurús, escriben libros, conceden doctas entrevistas. Se ha
creado una auténtica corriente cultural…”
No tenemos aquí nadie de la
altura del que fuera presidente Napolitano, quien sostuvo que: “siento la necesidad e mantener viva
en la opinión publica y entre las fuerzas políticas la memoria de la gravedad
del ataque perpetrado por el terrorismo con las instituciones democráticas y la
memoria de quienes las defendieron valientemente hasta el punto de sacrificar
sus vida".
Luego ves la foto de la condenada Aizpurúa sonriendo al tal Sánchez y te entran ganas de llorar.
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