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26.12.20

Allá en San Esteban

El viejo monasterio de San Esteban fue reconvertido en Parador cuando aún había dinero. El resultado fue -es- espectacular. No se lo pierdan por cierto si alguna vez pasan cerca de la ciudad de las burgas. El otro día nos contaban en 20 Minutos que aparecieron los anillos milagrosos. Mitos y leyendas de la tebaida gallega. 



5.5.14

Pasiones semanasanteras

Salimos del levante y hacemos nuestra primera parada en Lorca. Un viaje hacia el sur, partiendo desde el este: el mundo más opuesto al mío que pueda imaginar. Llegaremos al municipio más grande de todo el este español cuando la tarde cae. Abrazos. Claro que hay abrazos. Hay amistades que los años tardan en olvidar. Un baño. Un magnífico Parador. De cuando éramos ricos. Salimos a cenar la ciudad. Estamos en Semana Santa. Miércoles Santo. Nos desgranan la historia de rivalidades cainitas entre los blancos y los coloraos. Viajar no es sólo mirar. No es ni mucho menos mirar. Es escuchar, es leer, es aprender. Esta noche desfilan los coloraos. Es curioso que, como en muchas ciudades castellanas, una parte importante del tejido de la sociedad civil está también aquí ligado a la Semana Santa. Quizá para esconder identidades dudosas: Lorca fue siempre un país de frontera. Y los países de frontera eran territorios ideales para los emboscados. No hay más que ver los magníficos restos de la aljama que aún se pueden visitar en la vieja alcazaba lorquina.

Nos recogemos pronto. Mañana hay que seguir con la ruta...  

18.5.13

En Lorca


Íbamos al Parador de Lorca, decía, aunque sería más exacto decir que íbamos en realidad a ver a un amigo. Así somos las personas que nos movemos, aún, con lógicas premodernas: las personas siempre antes que los lugares, el individuo siempre por encima de su identidad...
Un edificio magnífico este del Parador. Un recuerdo para el futuro de cuando fuimos un país rico. Un país de tonto el que estudie, con lo que se gana en la obra

El Parador se ubica  en el recinto amurallado de lo que un día fue la alcazaba de Lurqa. Integrado a la perfección en su entorno. Las obras de construcción, dilatadas en el tiempo, sacaron a la luz los restos de la Sinagoga mejor conservada de España, así como una parte de la vieja aljama lorquina. Emociona pasar por el recinto. Suelos que no se habían vuelto a pisar desde el siglo XV. Suelos originales. Una vez expulsos los judíos, nadie quedó a vivir allí, por miedo a ser tenido por marrano, y un manto de tierra y de silencio cubrió aquella parte del recinto. Y mientras paseo y le cuento a la ruinacha leyendas sobre lo que estamos viendo, pienso en mis queridos Lauru y Chisun. Habrá que venir algún día aquí, sólo por el placer de presentar nuestros respetos...

Almorzamos tras recorrer el Parador de la mano de un cicerone tan profesional como generoso. Un sitio hermoso, donde refugiarnos de estos días de incertidumbre convertida en miedo y que duran ya demasiado: una carta excelente, un buen servicio. 
Un buen almuerzo. 
Un buen día.

PS: (el año que viene, en Jerusalén...)

17.5.13

Hacia Lorca...


Fuimos a Lorca. La ciudad del Terremoto
Madurar es alcanzar la paz. Ya estoy en paz con los murcianos, como hace tiempo que lo estoy con los psicólogos y algún día, en breve, lo estaré con los ingenieros. Una ciudad barroca. Aquí no hay gótico y mucho menos románico. Es otra España. Meridional y por lo tanto lejana a la mía. 
Una calle hermosa, la corredera. Sólo los comerciantes dan valor a las calles. Lo demás es oropel. Y caro. Donde sólo hay empleados públicos, la prosperidad acaba saltando por la ventana. A mí me lo van a contar. 
Visitamos algunos edificios. El Centro de Artesanía de la Región, una construcción moderna para rendir culto al trabajo con las manos. Al lado, un edificio singular: el Palacio de los Guevara, recién restaurado. Un patio magnífico para hacer sociedad civil. Alguna Iglesia, y poco más.
Y es que he de contarle un secreto, desocupado lector. En  realidad no íbamos a Lorca. Íbamos a su Parador... así que ya de camino decidimos entrar por la ciudad... 

15.12.12

La (última) metáfora de Paradores (un judío de leyenda)


El ejemplo del Parador de La Puebla de Sanabria es de libro.  

Casi cinco millones de euros invertidos hace pocos años. Y en un lugar como la Sanabria; un lugar similar a Verín, a Zafra, a Cervera… territorios para los que nacieron los paradores. Allí nunca habrá un gran hotel privado de cuatro estrellas; además, los establecimientos de alta calidad en la zona, y los hay, no pueden atraer a un tipo de cliente que atraen los paradores. Pero no sólo es eso. Es la España rural. La poca que queda. La que necesita de la inversión pública para no morir ahogada. Despedir a 19 empleados en el parador de La Villa es cerrar la empresa más grande que hay en un territorio similar en tamaño al de la provincia de Guipúzcoa. Ese es el drama en forma de círculo vicioso: personas que han de irse, que dejan de consumir, territorios cada vez más pobres... Si tiene alguna sentido esta pamema de Estado social es también y sobre todo por ser capaz de generar espacios de solidaridad dentro de su propio territorio… harto estoy de ver a tanto progre llorar por el Sáhara y mirar con desprecio a La Raya.  

Pero estamos condenados: cerrarán el parador de la Puebla y dentro de unos años abrirán más paradores en la costa. Porque quizá la historia de Paradores está resumida en aquellos versos de un viejo judío que un día le oí recitar al maestro Juaristi: “Ni al andar se hace camino / ni al volver la vista atrás / senda alguna otearás: / abrojos, cardos y espinos / que volverás a pisar”.

Y no sólo la de Paradores (me temo)

13.12.12

La metáfora de Paradores (III)


Los Paradores como metáfora. De inversiones ruinosas, decíamos, como lo de Alcalá, impulsado por el tal Rato. Se cierran ahora establecimientos que se han reformado hace pocos años, como el del Bierzo (casi siete millones de euros). El drama de Paradores es que la red se ha ido llenando con los años de establecimientos en lugares en los que no deberían estar. Pero no es sólo eso. También es la clientela: ciudadanos españoles. Paradores debería vender casi en exclusiva a extranjeros. Centrarse en ellos. Atraer turistas como el que atrae inversores. Si necesitamos hostelería pública es para que dinamice sitios no rentables atrayendo a esos lugares a clientes extranjeros. 
Pero los datos, me cuentan en la empresa, son desoladores. Casi tres cuartas partes de los turistas son nacionales. Y se centran en lugares de costa. Eso es hacerle la competencia al sector privado por partida doble. Y así no vamos a ningún sitio… ¿De verdad alguien cree que el Estado está para gestionar hoteles, aunque pudiera llegar a ganar dinero con ellos? ¿Pero esto qué es? ¿La España de Franco, el Egipto de Mubarak?

12.12.12

La metáfora de Paradores (II)


Los paradores como metáfora, decía. Más vicios: la pérdida del foco. Por el camino, alguien olvidó la idea original: alojamientos y gastronomía de calidad allí donde esta oferta no existía para atraer visitantes extranjeros. Un idea brillante y sencilla. Quizá porque lo más sofisticado es siempre lo más simple. Lo que valía para hace cien años, vale para hoy: llegar donde no llega la iniciativa privada y atraer turismo extranjero. Es un disparate afrontar el futuro de los Paradores sin tener esa idea clara en la cabeza. Y eso es lo que ha pasado.

Ahora ya parece que nadie lo recuerda, pero hubo quien se empeñó en que hubiera uno en Alcalá de Henares. Y lo logró. A un coste que se va a cargar la empresa. También alguna lumbrera quiso meterlo en  la Plaza Mayor, de la misma manera que alguien se empeñó en que lo hubiera en Málaga (¿?), que como todo el mundo sabe es un sitio en el que apenas hay establecimientos hoteleros de calidad. Mira uno el listado y es desolador… ¿Qué hace un Parador a estas alturas de la película en Nerja, o en Mazagón? ¿Había que reformar de verdad el de Cádiz para la bobada esta de la Cumbre, gastándose todo el dinero que se ha gastado?

El problema de Paradores no han sido sólo los amigos políticos. Ha sido también la tentación de verlos como una moneda de pago a las élites locales.

11.12.12

La metáfora de Paradores (I)


Los Paradores como metáfora. De aquella España y de esta. Centenarios en su idea, y nacidos bajo el impulso del Marqués de Vega Inclán, resumen bien algunos de los vicios más queridos de esta sociedad y varios de nuestros desenfoques más comunes.

De los vicios, el más claro es el amiguismo insoportable. Por encima de una capa de gestión de una altísima profesionalidad, y sé de lo que hablo, la empresa se concibe como un cortijo: si han ganado los hunos, para ellos, si han ganado los hotros, pues igual. Es desolador. El último presidente de la empresa en la época del psoe, un tal Martínez, tenía como mérito máximo el ser amigo de Zapatero. Un donnadie. Literal. Sin ninguna experiencia de nada. Pero era su amigo. Esta concepción medieval de la política y lo público: lo mío pa´los míos. Y llegaron estos, que son liberales, y no han cambiado mucho el esquema, claro. Ahora hay una tal Alarcó, con un currículo igual de deslumbrante. A la política por el apellido o por la amistad. Y por el camino, durante muchos años, la voracidad de las taifas autonómicas, reclamando su parte del pastel para poder repartir también  ellos

Y aún querían que la empresa no perdiera dinero…

17.12.11

La Casa antes conocida como...

Nuestro paseo por el Toledo judío continúa con una visita a ver La Casa del Greco. O mejor dicho, el edificio antes conocido como La Casa del Greco. Aunque vamos a ver el Apostolado, es de la historia del edificio de lo que hablamos durante el paseo. Y aparece otro personaje interesante, el Marqués de Vega Inclán; un hombre clave en la difusión de la obra de un autor que había sido oscurecido por los siglos, como también fue clave en la creación de un modelo de museo que no había en España en aquella época y que lo llevó a recuperar retazos de nuestro patrimonio sin ayuda de nadie. Un hombre sin el que tampoco podemos explicarnos, probablemente, la existencia de una Red de Paradores nacionales en todo el país para dar acogida al incipiente turismo que empezaba a llegar en los años veinte del pasado siglo. La Casa Museo fue un intento de recrear cómo era una casa toledana de la época, para que el visitante sintiera que estaba visitando el mismo espacio en el que vivió el Greco. Recién recuperada, es una buena forma de disfrutar no sólo del apostolado, que ya había visto en otra vida, cuando estaban en la roca de Victorio Macho, sino sobre todo de la vista sobre la ciudad que el genio pintó, un cuadro adelantado en más de doscientos años a su tiempo. Un cuadro para mirar durante horas, sin cansarte, recorriendo cada palmo de su superficie, ajada ya por los años. Una mirada de finales del XIX pintada a principios del XVII. Una delicia, finalizar este paseo por el Toledo judío en la casa de un pintor de leyenda. Y hablando de leyendas, me asalta una duda mientras nos dirigimos a homenajearnos con unas perdices a la toledana preparada en los mejores fogones de la provincia: ¿y se hubieran conocido?


PS: de camino a Toro.