A los españoles, la guerra fría nos privó de la otra Europa. Recuerdo, en la carrera, cuando algunos compañeros decían que Bélgica era Europa central. Ahora, con la ayuda de la literatura, mi generación va recomponiendo poco a poco el mapa de nuestro continente. Esta vez me ha tocado Danilo Kis. Otro perfecto desconocido en mi (vasta) incultura. Procedente de un país que desapareció dos veces: por un lado Yugoslavia (en los noventa), es cierto, pero por el otro, la tierra de los judíos en la Europa central y oriental (en los cuarenta). Un doble perdedor.
Tras alguna conversación con Jesús, me lancé a por Laúd y Cicatrices. Un conjunto de relatos que iba a haber formado parte de La Enciclopedia de los Muertos. Kis, que vivía a medio camino entre Belgrado y París, murió joven, de cáncer de pulmón. La literatura (lo pienso tras haber leído a Dovlatov, a Manea…) es un hermoso adarve desde el que ir observando, poco a poco, sin prisa, los destrozos que el fascismo primero, y el comunismo después, causaron en aquel lugar del mundo. El libro rezuma tristeza. Un apátrida en un hotel de París. Un escritor que sobrevivió a los campos y para el que el suicidio es la única salida digna. Un interno en un campo que sueña con ganar una maratón. Un disidente anciano, campesino, de un pueblo remoto, al que hacen escribir una oda a favor del partido y que se quitará la vida en cuanto recobre la libertad. Un dolor áspero. Un dolor frío.
Fragmentos de mundos que no conocimos y que únicamente la literatura nos permite atisbar a estas alturas de mundo y de vida.
Me ha gustado Danilo Kis. Me gusta su prosa desnuda. Leeré Una tumba para Boris Davidovich.
Un escritor, en fin, algo vallejiano. Cierra uno el libro con un verso del genio peruano en la cabeza: “un óxido profundo de tristeza”.
PS: maravillas del you tube: Una canción para tener en la mente mientras uno lee el libro: Piano Man, de Billy Joel. Ya saben: Yes, they're sharing a drink they call loneliness / But it's better than drinking alone
Tras alguna conversación con Jesús, me lancé a por Laúd y Cicatrices. Un conjunto de relatos que iba a haber formado parte de La Enciclopedia de los Muertos. Kis, que vivía a medio camino entre Belgrado y París, murió joven, de cáncer de pulmón. La literatura (lo pienso tras haber leído a Dovlatov, a Manea…) es un hermoso adarve desde el que ir observando, poco a poco, sin prisa, los destrozos que el fascismo primero, y el comunismo después, causaron en aquel lugar del mundo. El libro rezuma tristeza. Un apátrida en un hotel de París. Un escritor que sobrevivió a los campos y para el que el suicidio es la única salida digna. Un interno en un campo que sueña con ganar una maratón. Un disidente anciano, campesino, de un pueblo remoto, al que hacen escribir una oda a favor del partido y que se quitará la vida en cuanto recobre la libertad. Un dolor áspero. Un dolor frío.
Fragmentos de mundos que no conocimos y que únicamente la literatura nos permite atisbar a estas alturas de mundo y de vida.
Me ha gustado Danilo Kis. Me gusta su prosa desnuda. Leeré Una tumba para Boris Davidovich.
Un escritor, en fin, algo vallejiano. Cierra uno el libro con un verso del genio peruano en la cabeza: “un óxido profundo de tristeza”.
PS: maravillas del you tube: Una canción para tener en la mente mientras uno lee el libro: Piano Man, de Billy Joel. Ya saben: Yes, they're sharing a drink they call loneliness / But it's better than drinking alone
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