Fuimos a ver Un Dios salvaje, la obra de Polanski. Que la vida iba en serio / uno/ lo empieza a comprender más tarde. No es sencillo hacer cine sobre una obra de teatro, pero Polanski es buen director. Me gustó mucho su Negro, aquí traducida estúpidamente por El Escritor, tan correctos como somos, y me ha gustado esta adaptación de la obra de Reza. Meter una cámara en un salón hora y media y lograr que el espectador no se desenganche. Como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante. Cuatro personajes sólidos interpretados por cuatro buenos actores. El abogado, un fantástico Waltz al que recordaba de Malditos bastardos. La Foster, tan buena con todo el mundo que está lejos, tan correcta cuando nada importa. Y todos destilando un humor ácido, ese teléfono que no para de sonar. Las convenciones de las reuniones sociales. Dejar huella quería / y marcharme entre aplausos”. La amargura. Una Winslet que se viene abajo por momentos. El desgaste de vivir. Ver cómo los personajes van cambiando de rol, como hay un momento en el que los dos maridos se alían entre ellos contra ellas. envejecer, morir, eran tan solo / las dimensiones del teatro. Un Reilly amargo, incómodo porque su mujer le ha hecho “vestirse como un liberal”, El rencor que genera la convivencia, la juventud perdida o la juventud gastada, eternos niños que es en lo que nos hemos convertido, como si el tiempo no pasara o lo hiciera de balde. Pero ha pasado el tiempo /y la verdad desagradable asoma:.
Buen cine, se va afinando Polanski con los años. Quizá porque sabe, como lo sabia Jaime Gil de Biedma que envejecer, morir, / es el único argumento de la obra.
1 comentario:
Pues yo paso de ver peliculas suyas hasta que esté muerto: no quiero que mi dinero vaya a los bolsillos de un violador.
Publicar un comentario