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6.11.22

179

La cifra estremece: 179 diputados fueron asesinados en el transcurso de la terrible guerra civil de 1936. 179 de 473: más de un tercio.  Lo cuenta Ruiz Manjón en un libro que se acaba de publicar, y otro dato estremecedor: durante la guerra fueron asesinados más diputados de las derechas que de las izquierdas. La legalidad republicana y todo eso. 

En fin..




https://www.abc.es/historia/barbarie-miliciana-desvelan-verdad-matanza-masiva-diputados-20221030120707-nt.html

21.10.22

Ese Madrid anticomunista

Voy con mucho retraso con La Lectura. Esto de Trapiello, entrevistado por Bustos: "Cuando empezamos el comisionado de la Memoria Histórica, el compañero Zapata de Podemos preguntó indignadísimo qué hacía un cura en nuestra comisión. Entonces yo le expliqué que el cura representaba al colectivo más represaliado en los primeros meses de la guerra. Entre 8.000 y 12.000 fueron ejecutados en checas, muchos por el mero hecho de ser católicos, por ir a misa o tener una imagen religiosa en casa. Y esa memoria Madrid la conserva. El terror rojo de los primeros meses y los tres años de miedo de las familias de los paseados dejan una huella profunda. No se puede contar la historia de Madrid sin tener en cuenta que una mitad ha perdido la guerra y la mitad que la ha ganado tampoco disfruta de su victoria porque teme que puedan cambiar las tornas por el desenlace de la guerra mundial. Eso explica la represión brutal de Franco tanto como la paranoia comunista contra los suyos." 

Tiene mucho mérito decirlo, en estos tiempos en los que padecemos a miembros del PCE en el gobierno, caso único en Europa occidental...

3.12.21

Consumismo y vivienda. Qué cosas

Seguía de viaje con las Letras libres de noviembre y me puse también con Ricardo Duda, quien entrevistaba a Karl Schlogel a vueltas con El siglo soviético (y a vueltas también con su anterior Terror y utopía. Moscú en 1937).

Algunos datos de la entrevista que me llaman la atención:

  • Mas de dos millones de personas abandonaron el Imperio después del triunfo del golpe bolchevique. Dos millones de burócratas, industriales, militares, diplomáticos parte de la élite de la sociedad. ¡dos millones!. 
  • La hiperurbanización de la Unión Soviética de los años treinta es, en realidad, la ruralización de la ciudad. El resultado fue la aldea de varios pisos, la aldea vertical a la que traen costumbres, rituales y culturas de sus pueblos. 
  • La vivienda. No hay apenas monografías sobre ella en la época soviética, ni sobre lo que supone vivir sin intimidad durante tres o cuatro generaciones. Cuatro familias en un apartamento, sin privacidad, durante décadas. Creerte que eso es lo normal. Hasta mediados de los cincuenta, con el plan de vivienda de Nikita Kruschev, no volverá a haber viviendas en verdad para familias. 
    • Esa fue la verdadera desestalinización ya que, como dice el autor “no se puede imaginar el surgimiento  de una sociedad civil sin una esfera privada.
  • El año 1937 fue realmente excesivo; incluso para los estándares estalinistas. Hubo dos millones de perseguidos, de las que casi un millón fueron asesinadas por orden del Estado -criminal- soviético. ¡Un Estado que asesina a un millón de sus ciudadanos en un año!

Una cita, al final: el psicoanálisis es en sí mismo la enfermedad que se propone curar.

15.8.15

Para el solaz veraniego (I)

Aprovechando el estío para rescatar clásicos, de manera legal y gratuita. Un reportaje de Rosa María Calaf en la Corea de Kim Jong Il. La locura estalinista de un país en el que los niños mueren de hambre. El horror de nacer en el sitio equivocado y en uno de los peores momentos posibles. El sinsentido de nacer en una enloquecida monarquía comunista. 


No se lo pierdan...


13.8.15

Los criminales y sus memorias

Antes de la llegada de los nazis al poder, los comunistas ya le habían enseñado al mundo lo que es el mal sin matices. Unos y otros figuran en un lugar destacado en ese corto siglo de la infamia que fue el XX. No hay que haber leído mucho para entenderlo. El terror formaba parte de la estrategia comunista para mantenerse en el poder. Igual que la esclavitud formaba parte esencial de su programa ¿económico?

Ahora, en esa Rusia nacionalista y postsoviética que se niega a caminar hacia las libertades individuales, proponen restaurar en su lugar la estatua de un criminal. De un asesino en serie. Nada menos que del fundador de la Cheka. El hombre que mandaba cada noche decenas de cuervos negros para que sacaran de su casa a decenas de hombres que desaparecían sin dejar rastro. Si eso son los modelos en la Rusia putiniana, apañados están los ciudadanos de aquel país. 




31.12.08

Mao. Los idiotas

Asombra ver la cantidad de idiotas occidentales que rindieron pleitesía a la dictadura más cruel del planeta.
Ahí va la idiota de Simone de Beauvoir que visitó la cárcel china en 1955 y, tras volver a occidente, defecó lo siguiente: “El poder que [Mao] ejerce  no es más dictatorial que, por ejemplo, lo fue el de Roosevelt. La Constitución de la Nueva China hace imposible la concentración de autoridad en manos de un solo hombre”.

Ahí va también el idiota y confusamente colaboracionista de Mitterrand que viajó a China en 1961, en medio de la mayor hambruna de origen político que ha conocido el planeta (sólo el año anterior habían muerto de hambre más de 22 millones de personas) y vomitó, satisfecho: “Lo repetiré para que me oigan bien: en China no hay hambre”.

Ahí está el idiota del mariscal Montgomery, héroe de guerra británico quien declaró igualmente en 1961, tras visitar el presidio chino que “China necesita a su presidente. Usted [Mao] no puede abandonar este barco.

No podía faltar, obviamente, el insigne idiota de Sartre, que elogió la “violencia revolucionaria” de Mao como “profundamente moral”.

Gentuza.

PS: “La mayor decepción [de los jóvenes que se pasaban a las filas comunistas a finales de los años treinta] era que la igualdad, el núcleo de su idealismo, no sólo no se veía por ninguna parte, sino que el régimen la evitaba de forma manifiesta. Las desigualdades y los privilegios eran ubicuos. Todas las instituciones tenían tres niveles de cocina. Los trabajadores más modestos recibían la mitad de carne y de aceite de cocina que las clases medias, mientras la élite recibía mucho más". Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006.  Página 302

PD: nieve y gripe.

30.12.08

Mao. Las verdades

Como en tantos otros regímenes comunistas, la única verdad fueron los años de hambre y de sombras. Las purgas dentro del partido, las matanzas de los Antibocheviques, su trato con las mujeres, los privilegios de la nomenklatura dentro de la sociedad, el nulo papel desempeñado por los comunistas en la guerra contra los japoneses, que aprovecharon el conflicto para ganar terrenos a los nacionalistas, su absoluta obediencia soviética, su forma de deshacerse de sus adversarios, como Wang Ming, a través del veneno.

Verdadera fue la lucha de Peng Dehuai, su ministro de defensa y el único que tuvo el valor de disentir contra la locura totalitaria montada por Mao

Fue verdad su venganza contra Liu Shaoqi, presidente de la República, y su mujer Wang Guangmei.

Fue verdad el desastroso  resultado de sus políticas económicas. A principios de los años setenta.la renta per cápita china era inferior a la somalí,y la ingesta de calorías per cápita inferior a la de los años treinta.

Fue verdad el intento de Lnn Biao de acabar con su vida, el único que se produjo durante su mandato.

Fue verdad, siniestra verdad, la figura de Pol Pot, creación de Mao, al que felicitó al hacerse con el poder y esclavizar a gran parte de su población con el texto “ha borrado usted las clases sociales de un plumazo”.
Fue verdad, entrañable pago por sus años de servicio, que Mao negó el tratamiento contra el cáncer que Zhou Enlai necesitaba en mayo de 1972, porque no quería que le sobreviviera.

Fue verdad que Jiang Qing, conocida como Madame Mao, última esposa del sátrapa tenía como lema, en medio del derroche, que “servirme a mí es servir al pueblo”

PS: "El I Congreso del PCCh se inició en Shanghai el 23 de julio de 1921 con la asistencia de trece periodistas, estudiantes y profesores que representaban a un total de 57 comunistas que en su mayoría tenían ocupaciones similares. No había ningún obrero". Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006.  Página 47

29.12.08

Mao. Las mentiras

A veces, acaba uno las lecturas como acaba las buenas comidas, el amor o el deporte. Exhausto.
Termino de leer la monumental biografía de quien quizá fuera el mayor asesino del siglo XX, obra de Jung Chang, la autora de Cisnes Salvajes, y de Jon Halliday.
Mao.
Sus herederos dominan aún el país.
Sus seguidores, en Europa, nunca se han disculpado por ello.
Hubo otra China, y hubo una China que hubiera sido posible. Pero todo lo jodió, como en tantos otros sitios, esa gran mentira del siglo XX que llamamos comunismo.
Todo era mentira en la China de Mao.
Mentira su pasado campesino. Nunca le preocupó la suerte de los campesinos. Mentira el primer Estado rojo, creado en una zona dominada por “señores de la guerra”, que se saldó con la muerte de casi un 20% de la población.
Mentira la Gran Marcha, permitida por Chiang para empujar a los comunistas a una zona de señores de la guerra y no enemistarse con los soviéticos. Una larga marcha, que por cierto, Mao hizo en litera evitándose fatigas innecesarias.
Mentira su imagen en occidente, elaborada por perfectos idiotas como el periodista norteamericano Edgar Snow.
Mentira su lucha contra los japoneses durante la guerra civil.
Mentira la financiación de su ejército, basada en el robo y en el tráfico de drogas.
Mentira los levantamientos populares a favor de los comunistas. No hubo ni uno solo, ni antes de la guerra ni durante la misma.
Mentira el amor de su pueblo, como lo demuestra que Mao viviera toda su vida como si estuviera en un país enemigo, alejado de sus esclavos y rodeado de fuertes medidas de seguridad.
Mentira el orden público, sostenido sobre la base de Comités de Mantenimiento del Orden, presentes en cada fábrica y en cada calle.
Mentira su programa de superpotencia, basado en el hambre de sus súbditos y llevado a cabo gracias a la ayuda soviética a cambio de comida, una comida que se negaba a su pueblo.
Mentira su lucha contra el imperialismo. Al igual que en la época de las concesiones y del Bund de Shanghai, Mao exoneró a los soviéticos de la jurisdicción china, aunque siempre se preocupó de que ello no se hiciera público.
Mentira la guerra de Corea, iniciada para provocar a los norteamericanos para conseguir que Stalin le diera el material bélico que necesitaba.
Mentira su preocupación por el pueblo. El Estado comunista chino estaba en guerra contra su pueblo, como declaró el tirano al Politburó el 2 de octubre de 1953.
Era mentira su talla de estadista. Como tantos otros izquierdistas, no tenía ni idea de economía, ni de arte ni de casi nada en general.
Mentira su pacifismo. Su único objetivo era superar a la Unión Soviética y luego dominar el mundo. Y para ello lo único que valía era la guerra.
Mentira fueron las cien flores. Una pura trampa para castigar a las partes más cultas de la sociedad, las que aún recordaban la época previa a los comunistas. Mentira derivada de su desprecio por los intelectuales. Entre el 1 y el 10% de los intelectuales había de ser purgado, lo que supuso la desaparición de casi medio millón de los chinos más preparados.
Mentira, y repugnante, el Gran Salto Adelante, basado en la idea de crear un Comité de Control Mundial. A diferencia de lo ocurrido en la Rusia  de Pontemkin, ahora no se creaban campos de falsas cosechas para engañar al gobernante, sino que era el gobernante el que los creaba para que fueran creídos por sus súbditos.
Mentira fue el papel jugado por China en el Tibet. Genocidio del de verdad, no el que los progres a la violeta imputan a Israel en Gaza.
Fue mentira que la Revolución Cultural obedeciera a impulsos de la juventud. En realidad fue fruto del interés de Mao en purgar a Liu Shaoqi, presidente de la República, así como a los funcionarios del aparato del Partido.
Era mentira su relación con la cultura. “Cuanto más libros lees, más estúpido te vuelves” decía el muy cabestro. A finales de 1963 acusó a “todas las formas de arte” de feudales o capitalistas.
Era mentira, ya digo, su relación con la educación. Instó a los estudiantes a ponerse en contra de sus profesores, que les “torturaban con exámenes”, suspendidos a partir de aquel momento. Los ciudadanos fueron quemando sus libros a escondidas, ¡sus libros! Para evitar ser apaleados si eran sorprendidos con ellos por los Guardias Rojos.


PS: “Postergado, Mao tuvo que abandonar Shanghai a finales de 1924 […] Los reveses sufridos por Mao en sus primeros años en el PCCh se siguen ocultando con esmero. Mao no quería que se supiera que había trabajado para el Partido de forma bastante ineficaz, o que había estado muy próximo al Partido Nacionalista […] o que en el terreno ideológico mantenía una posición bastante difusa". Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006.  Página 57.

16.6.08

Libros de Guarda (II). Perder para ganar siempre

El libro de Tony Judt sobre el pasado imperfecto describe, igualmente, la recepción en Francia del terror que se desató en Europa del Este entre el 47 el 53. A finales de los cuarenta, la información sobre lo que era en realidad el estalinismo estaba disponible para quien quisiera acercarse a ella. Pero es más cómodo fingir no ver. Louis Aragon, ese horror totalitario, escribía en 1937 que “aceptar la inocencia de aquellos hombres era como adoptar las tesis hitlerianas”. Acabó la guerra y los pecados de la URSS se olvidaron. Pero la cabra tira al monte; enseguida llegó el caso Petkov en Bulgaria; un izquierdista ejecutado por un gobierno comunista. El terror desatado en Rumanía, ¿de qué manera explicar que un partido con apenas mil afiliados ganara unas elecciones? Aquellos juicios de postguerra tenían un sentido que Judt denomina “funcional”. Los partidos comunistas europeos estaban después de la guerra llenos de personas con mentalidad independiente y que habían convivido demasiado con demócratas de todo tipo. Y aquello había que purgarlo, no fuera a ser que se convirtieran en herejes. Y los intelectuales franceses callaron.

Y es que la respuesta de la intelectualidad francesa ante el terror fue, en general, lamentable… la historia tiene una lógica y una fuerza, y no tiene sentido oponerse a ella. Muy pocos, como
Aron, rechazaron sin matices esta argumentación. Fueron más lo que, como Aragon, simplemente aceptaron lo que había. Otros, como Morin, se fueron, y finalmente estaba el grupo de los que, como Sartre, trataron de explicarlo, convirtiendo en racional el asesinato y la destrucción de sociedades enteras. Cuando explicar significa comprender. Para gentuza como Sartre, la Unión Soviética  gozaba de privilegios especiales gracias a que sus objetivos (justicia y libertad para todos) estaban por encima de los objetivos del resto de los Estados. Así, con dos cojones. Esta era la élite intelectual europea. No había, pues, que pronunciarse contra las injusticias cometidas por un Estado comunista pues eso sería “dar munición” a los Estados capitalistas. Recuerden: prefiero equivcarme con Sartre a acertar con Aron. Toda una declaración de honradez intelectual, sí señor.

Hay aquí una cierta fascinación por la violencia (ejercida siempre contra el otro lejano) que parece beber de las fuentes más profundas de la irracionalidad filosófica del XIX europeo. Una violencia, eso sí, progresista, que permitía juzgar con criterios diferentes los miles de muertos en Europa del Este respecto de los dos muertos en lo que la ideología progresista dio en llamar “
caza de brujas” ocurrida en los Estados Unidos.
Así, mientras en Europa del Este algunas de sus mejores cabezas (Heda Kovaly, Edith Bone) y algunos miembros de la izquierda (London, Loebl, Szasz) vivían el comunismo como un drama diario, la izquierda intelectual francesa lo vivía a distancia y como un dilema fascinante.
Algo similar a lo que ha ocurrido, en España, durante muchos años con el terrorismo etarra. Ya saben, aquello de “vosotros fascistas sois los terroristas”.

PS: "Thomas Pavel ha sabido describir con precisión qué sucedió a gran parte de la élite intelectual francesa durante los años cuarenta y cincuenta, calificándolo de “una negativa a escuchar”. Judt, Tony:
Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, 1944-1956. Taurus, Madrid, 2007. Página 16

3.6.08

Cuando lo que unía era el espanto

Nueve historias. Narradas A sangre y fuego por Manuel Chaves Nogales. Nueve reflejos de un tiempo y de una vida en un país. Más de cien militares fusilados en el patio de una cárcel en Madrid para saciar la sed de venganza de las milicias republicanas. Un hijo fusilando a su padre. Rafael, un señorito andaluz, que sale de caza por el territorio liberado por el ejército franquista y que, acabada la misma, se exilia a Gibraltar. Muertos y más muertos en la búsqueda de la quinta columna en Madrid. Las milicias, auténticas bagaudas, sembrando el terror por la retaguardia republicana, frente al empeño de hombres buenos por mantener el orden. Arnal, un comisario experto en arte que intenta poner a salvo de la guerra los tesoros de los pequeños pueblos castellanos y acaba volviéndose loco ante los horrores de la guerra. Soldados moros luchando y muriendo en un largo camino que va de las tierras de Ávila a la Ciudad Universitaria. Tan lejos del monte Atlas. El estallido de la guerra, un día como otro cualquiera, en un pequeño hotel de la sierra madrileña: el rencor acumulado entre los clientes y el servicio. La cobardía de los hombres. De tantos hombres. De la izquierda y de la derecha. Bigornia, un gigantón anarquista, muerto conduciendo un tanque ruso; soñando con un mundo mejor para su prole. La dictadura, en fin, de un Consejo Obrero sobre una fábrica. La tiranía de disponer sobre la vida y la muerte de los otros.
Un “pequeño burgués liberal” escribió una vez un libro. En el año treinta y siete. En el exilio. Esa tercera España que a Zapatero y a tantos otros le parece imposible. Y que existió. La que no estuvo ni con los golpistas ni con aquella “República de trabajadores”. La España a la que no unía ni la Iglesia, ni el comunismo, sino el espanto.

PS: “Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar […]. En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco […]”. Chaves Nogales, M:
A sangre y fuego. Espasa Relecturas, Madrid, 2001.Página 16.

5.10.07

Películas y libros

Estuvimos viendo Borat. Todo un personaje. En la película, Borat es un periodista kazajo que viaja por los Estados Unidos para conocer el país. Entrenida. Brillante a ratos. Borat hablando con unas feministas. Escándalo. Borat hablando con un vaquero del medio oeste. Brutal. Su compañero e intérprete, una piltrafa. Un viaje hacia California desde Nueva York. Una furgoneta destartalada. Un rato entretenido.

Varias cosas abiertas en cuanto a libros. Mediado ya el Stalin. La estrategia del terror, de Walter Laqueur. Un tercio aproximado del delicioso Los antimodernos, de Compagnon. Iniciado El Gran Gatsby, de Fitzgerald, y recién comprado El efecto Guggenheim: del espacio basura al ornamento, de Iñaki Esteban.
Por cierto, el domingo un swing espantoso. Nunca conseguiré jugar bien.
PD: aunque la noticia en sí es magnífica, las detenciones demuestran el respeto que algunos jueces en este país tienen por su profesión y por su independencia. Herri Batasuna lleva saltándose la ley desde que el simplón de león llegó al poder. Ahora, como toca dar imagen de firmeza de cara a las elecciones, los entrullan. Manda cojones.

23.11.05

Más vértigo

Ania, 28 años, empleada de los ferrocarriles de Kazán. En una fiesta privada cuenta dos chistes sobre "el padrecito de los pueblos", como le llamaban Alberti, Picasso y demás demócratas intachables. Año 1937. Acusada de actos antisoviéticos. 7 años de cárcel que cumplirá íntegros, a razón de tres años y medio por chiste.
  • PD: En Toledo. Viaje en el AV. 29 minutos de viaje. 14 minutos esperando un taxi.

21.11.05

Ginzburg

Notas apresuradas. Retomo El vértigo, de Eugenia Ginzburg. Profesora universitaria en Tartaria, detenida en las purgas de 1937. Leninista y comunista convenicida. Varios años en siberia. El mismo esquema de acusaciones que a Aleksandr Solzhenitsyn. Al menos éste último no era comunista. Ginzburg sí, de ahí que, además, se muestre asombrada de lo que le está pasando. Ahí van algunas de las situaciones relatadas.
  • Un obrero manual detenido por contestar, por ignorancia, en una clase nocturna, que el "nuevo tipo" de partido bolchevique lo había fundado Plejanov, líder de los mencheviques.
  • Jaroslavskij, un alto cargo del partido en Tartaria, desarrolla durante un interregotario el siguiente silogismo: "lo objetivo y lo subjetivo son en sustancia la misma cosa". "Es lo mismo que hayas hecho algo mal a que alguien lo haya sin que tu te hayas dado cuenta".
  • "No me haga morir de risa. ¿Desde cuándo a los detenidos se les permite hablar por teléfono?". Un interrogador a la autora, nada más ser detenida.
  • "Poseer un pedazo de papel en la celda, por pequeño que fuera, era considerado un grave delito".
  1. PD: Es simpático ver al estudiante de primero de derecho Pepe Blanco dando lecciones jurídicas al presidente del Tribunal Supremo.
  2. PD. Enhorabuena a Merkel por su nuevo puesto. Y al Rey, por sus treinta años de reinado.
  3. PD. Terrible lo del boicot a los productos catalanes. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?.
  4. PD última. El fanzine del pensamiento único en cataluña viene sembrado. Los que han convertido la guerra civil en cataluña como una lucha entre democracia y totalitarismo, olvidando el papel del gobierno catalán en varios asesinatos (Negrín, ¿Dónde está Nin?), olvidando el papel de Dencás y los escamots en la deslegitimiación de las instituciones democráticas, siguen dando carnés de quien puede hablar de historia y quien no. Y luego Rosa Regás, con un artículo tan políticamente correcto que creo que lo he leído ya varias veces. Intelectuales, sí señor, que hablan despectivamente de los neoliberales desde su sueldo público de 70.000 euros anuales más fiestas, jurados y premios. Hablan sí, desde lo alto de Sarriá.